Holaaaaaaa :)
¿Cómo tú por aquí? pensareís.
Ya se que llevo un tiempo sin publicar nada, pero es que he estado muy ocupada y ahora además voy a empezar exámenes así que ya os imaginareis el nivel de estrés que llevo encima.
Bueno, la cosa es deciros que no creo que me pase por aquí hasta junio o julio, pero que sepais que sigo viva y que volveré.
Leed mucho en mi ausencia ;)
domingo, 29 de abril de 2012
viernes, 13 de abril de 2012
La Sombra del Viento- Carlos Ruiz Zafón ... Parte IV
“Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya
lleva dentro.” (Julián Carax)
Julián: “¿Qué
quieres ser de mayor, Miquel?”
Miquel: “Yo nunca
seré mayor.”
“El día que me muera, todo lo mío será tuyo, Julián. Menos
los sueños.” (Miquel Moliner)
“Y no estaría de más echarle un ojo encima a esa Nuria
Monfort, que me parece que está resultando ser lo que mi difunta madre
denominaba una lagarta.” (Fermín)
“Yo a esa mujer no le puedo negar nada. Si hace falta,
asalto el Banco de España para darle todos los caprichos” (Fermín)
“Saber sabe; lo que no tiene, hablando en plata, es cojones
para coger el toro por los cuernos.” (Fermín)
“Hágame caso. Vaya a buscar a su chica, que la vida pasa
volando, especialmente la parte que vale la pena vivir.” (Fermín)
“El destino suele estar a la vuelta de la esquina. Como si
fuese un chorizo, una furcia o un vendedor de lotería: sus tres encarnaciones
más socorridas. Pero lo que no hace es visitas a domicilio. Hay que ir a por
él.” (Fermín)
Puse rumbo a casa, donde
planeaba reclutar un buen libro y esconderme del mundo.
Bea: “No sé de qué
te ríes. Lo dice en serio.”
Daniel: “No me
río. Estoy muerto de miedo. Pero es que me alegra verte.”
“La gente siempre tiene ojos para lo que no le importa” (Beatriz Aguilar)
Bea: “Estás
temblando. ¿Es de miedo o de frío?”
Daniel: “Aún no lo he decidido.”
“Yo creo que nada sucede por casualidad, ¿sabes? Que, en el
fondo, las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.” (Beatriz Aguilar)
Tenía diecisiete años y la vida en los labios.
martes, 10 de abril de 2012
La Sombra del Viento- Carlos Ruiz Zafón ... Parte III
“Mire, si no tuviese yo el corazón robado con la Bernarda,
porque no le he contado a usted todavía lo de nuestra merienda… chispas salían,
oiga, chispas, que parecía la noche de San Juan…” (Fermín)
“Yo a esa mujer la colmo de dicha aunque sea lo último que
haga en este mundo.” (Fermín)
“Mire, Merceditas, porque me consta que es usted una buena
persona (si bien algo estrecha de entendimiento y más ignorante que un zote), y
en estos momentos se presenta una emergencia social en el barrio frente a la
que hay que priorizar esfuerzos, porque si no, le iba yo a aclarar a usted un
par de puntos cardinales.” (Fermín)
“Hay peores cárceles que las palabras” (Nuria Monfort)
“Julián vivía en sus libros. Su alma está en sus historias.
En una ocasión le pregunté en quién se inspiraba para crear sus personajes y me
respondió que en nadie. Que todos sus personajes eran él mismo.” (Nuria Monfort)
“Existimos mientras alguien nos recuerda.” (Julián Carax)
La miré como se mira a un tren que se escapa. Me di cuenta
de que había pasado dos días caminando sobre nubes y se me cayó el mundo de las
manos.
“En el momento en que te paras a pensar si quieres a
alguien, ya has dejado de quererle para siempre.” (Julián Carax)
Bea: “No sé qué me
ha pasado. No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un
extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será?”
Daniel: “Probablemente
porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.”
Bea: “¿Eso también
te lo ha dicho tu amigo?”
Daniel: “No, eso
me lo acabo de inventar para impresionarte.”
Bea: “Tomás no me
había dicho que tuvieses tanta cara dura.”
Daniel: “Es que la
poca que tengo, la reservo toda para ti.”
“Ésta es una historia de libros. De libros malditos, del
hombre que los escribió, de un personaje que se escapó de las páginas de una
novela para quemarla, de una traición y de una amistad perdida. Es una historia
de amor, de odio y de los sueños que viven en la sombra del viento.” (Daniel Sempere)
“Lo que cuenta no es lo que se da, sino lo que se cede.” (Fermín)
“Quiero volver a ser un hombre respetable, ¿sabe usted? No
por mí, que a mí el respeto de este orfeón de monas que llamamos humanidad me
la trae flojísima, sino por ella.” (Fermín)
“Deduzco, por la cara de vómito que se le ha puesto, que esta
revelación le sorprende.” (Fermín)
viernes, 6 de abril de 2012
La Sombra del Viento- Carlos Ruiz Zafón ... Parte II
Clara: “No seas
malicioso, Daniel. Seguro que Adrián te cae divinamente.”
Como un piano de cola desde un séptimo piso, pensé.
Si me hubiese parado a pensarlo, hubiera comprendido que mi
devoción por Clara no era más que una fuente se sufrimiento. Quizá por eso la
adoraba más, por esa estupidez eterna de perseguir a los que nos hacen daño.
“Qué bien habla el señor. Se conoce que ha ido a la
universidad esa del sorbete.” (Bernarda)
-Fermín Romero de Torres, cesante. Mucho gusto en conocerle.
-Daniel Sempere, tonto de remate. El gusto es mío.
“El día que comprenda usted que el negocio de los libros es
miseria y compañía y decida aprender a robar un banco, o a crear uno, que viene
a ser lo mismo, venga a verme y le explicaré cuatro cosas sobre cerrojos.” (Isaac)
Daniel: “¿Cuándo fue eso?”
Isaac: “Cuando aún me peinaba. Usted debía de andar en
pañales, y no parece que haya evolucionado mucho, la verdad. Mírese: está usted
temblando.”
Daniel: “Es por la ropa mojada, y el frío que hace aquí
dentro.”
Isaac: “Otro día me avisa y enciendo la calefacción central
para recibirle en volandas, capullito de alelí.”
“París es la única ciudad del mundo donde morirse de hambre
todavía es considerado un arte.” (Isaac)
“La gente se complica la vida, como si no fuese
suficientemente complicada.” (Isaac)
“Los regalos se hacen por gusto del que regala, no por
mérito del que recibe.” (Sempere)
Fermín: “Ande,
tenga un Sugus de limón, que lo cura todo.”
Daniel: “No me
apetece.”
Fermín: “Pues se
lo guarda, que nunca se sabe cuándo un Sugus le va a sacar a uno de un apuro.”
Sempere: “Con
usted es imposible discutir, Fermín.”
Fermín: “Es que si
tengo razón, tengo razón.”
“Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los
diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además
un chiste malo.” (Fermín)
“Daniel es un viejo amigo de la familia. Y el único que ha
tenido el valor de decirme alguna vez que soy una cursi y una creída.” (Beatriz Aguilar)
“Perdóname. Pero te equivocas: la culpa no es tuya, es mía.
Soy yo el que no vale lo que tu hermano o lo que tú. Y si te he insultado es
por envidia a ese imbécil que tienes por novio y por rabia de pensar que
alguien como tú se iría a El Ferrol o al Congo por seguirle.” (Daniel Sempere)
lunes, 2 de abril de 2012
La Sombra del Viento- Carlos Ruiz Zafón ... Parte I
No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su
calor ardían en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía
pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los
ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese.
"Hay cosas que sólo pueden verse entre tinieblas." (Sempere)
A mis ojos de niño de diez años, aquellos individuos
aparecían como una cofradía secreta de alquimistas conspirando a espaldas del
mundo.
Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien
lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada
vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por
sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte.
Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada
uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más
allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y
seriales de radio, satisfecho de ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco
más.
En una ocasión oí comentar a un cliente habitual en la
librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer
libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras
imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan
toda la vida y esculpen un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano
–no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto
aprendamos u olvidemos-, vamos a regresar.
Un secreto vale aquello de quienes tenemos que guardarlo.
Barceló: "¿Qué edad tiene el mozalbete?"
Daniel: "Casi once años."
Barceló: "O sea, diez. No te pongas años de más, sabandijilla, que
ya te los pondrá la vida."
"No hay lenguas muertas, sino cerebros aletargados." (Gustavo Barceló)
Aquella tarde de brumas y llovizna, Clara Barceló me robó el
corazón, la respiración y el sueño.
“Nunca te fíes de nadie, Daniel, especialmente de la gente a
la que admiras. Ésos son los que te pegarán las peores puñaladas.” (Clara Barceló)
“Jamás me había sentido atrapada, seducida y envuelta por
una historia como la que narraba aquel libro. Hasta entonces para mí las
lecturas eran una obligación, una especie de multa a pagar a los maestros y
tutores sin saber muy bien para qué. No conocía el placer de leer, de explorar
puertas que se te abren en el alma, de
abandonarse a la imaginación, a la belleza y al misterio de la ficción y el
lenguaje. Todo eso para mí nació con aquella novela.
¿Has besado alguna vez a
una chica, Daniel? Bueno, eres muy joven todavía. Pero es esa misma sensación,
esa chispa de la primera vez que no se olvida. Éste es un mundo de sombras,
Daniel, y la magia es un bien escaso. Aquel libro me enseñó que leer podía
hacerme vivir más y más intensamente, que podía devolverme la vista que había
perdido. Sólo por eso, aquel libro que a nadie importaba cambió mi vida.” (Clara Barceló)
Llegado a este punto, yo había quedado reducido a pasmarote,
a merced de aquella criatura cuyas palabras y cuyos encantos no tenía ya modo,
ni ganas, de resistir.
Las mujeres tienen un instinto infalible para saber cuándo un
hombre se ha enamorado de ellas perdidamente, especialmente si el varón en
cuestión es tonto de capirote y menor de edad.
En mis sueños de colegial siempre seríamos dos fugitivos
cabalgando a lomos de un libro, dispuestos a escaparse a través de mundos de
ficción y sueños de segunda mano.
No viendo oportunidad más idónea en ciernes, dejé caer como
quien no quiere la cosa que si les parecía bien, podía pasarme al día siguiente
por su domicilio a leer en voz alta algunos capítulos de La Sombra del Viento para Clara. Barceló me miró de reojo y soltó
una carcajada seca a mi costa.
-Chaval, que te embalas- masculló, aunque su tono delataba
su beneplácito.
-Bueno, si no les va bien, quizá otro día o…
-Clara tiene la palabra –dijo el librero-. En el piso ya
tenemos siete gatos y dos cacatúas. No vendrá de una alimaña más o menos.
No volví a pedirle a mi padre que me llevara a visitar la
pluma de Víctor Hugo, y él no volvió a mencionarla. Aquel mundo parecía haberse
esfumado para mí, pero durante mucho tiempo la imagen que tuve de mi padre, y
que aún hoy conservo, fue la de aquel hombre flaco enfundado en un traje viejo
que le venía grande y con un sombrero de segunda mano que había comprado en la
calle Condal por siete pesetas, un hombre que no podía permitirse regalarle a
su hijo una dichosa pluma que no servía para nada pero que parecía significarlo
todo.
Una de las trampas de la infancia es que no hace falta
comprender algo para sentirlo.
Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las
heridas del corazón ya son demasiado profundas.
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